La homeopatía es un método terapéutico con más de 200 años de historia, que puede servir como tratamiento en sí mismo o para complementar otros tratamientos.
Sus principios se basan en el ‘fenómeno de la similitud’, que defiende que, si una sustancia puede ocasionar síntomas y enfermedad en un individuo sano, al administrar pequeñas cantidades de esa misma sustancia a una persona enferma, con síntomas similares, reaccionará aliviándolos, regulándolos, reparándolos e incluso curándolos.
¿Qué es la homeopatía?
Lo que sostiene la homeopatía es que muchas sustancias químicas y físicas invierten su acción en el organismo cuando la dosis introducida es menor.
Es decir, que una dosis baja de un estímulo estresante puede estimular respuestas de adaptación que harán que una célula u organismo aumente su resistencia ante un estímulo más grave.
La homeopatía, al ser una modalidad terapéutica, puede utilizarse en cualquier especialidad médica: adultos, pediatría, medicina familiar, atención primaria, etc.…
Las primeras investigaciones homeopáticas fueron llevadas a cabo por el médico e investigador sajón, Christian Samuel Hahnemann, a finales del S.XVIII, estableciendo las bases fundamentales de la homeopatía.
Desde aquella primera publicación, en 1796, hasta día de hoy, se han realizado diversos estudios observacionales, ensayos clínicos (RCTs), metaanálisis, investigaciones básicas, estudios comparativos y de costo-efectividad, aplicados a la homeopatía.
¿Qué contienen los medicamentos homeopáticos?
Los medicamentos homeopáticos incorporan extractos de plantas o de sustancias minerales, de origen animal, químicas o microbianas.
Con estos extractos, se lleva a cabo un proceso de dilución a la centésima, en alcohol o agua destilada, y agitación, que hace que los productos homeopáticos carezcan de toxicidad y sean seguros a cualquiera edad.
A partir de este proceso, se crean dos tipos de medicamentos homeopáticos:
- Unitarios: a partir de una sola sustancia.
- Compuestos o complejos: combinando varios medicamentos homeopáticos.
Estos medicamentos homeopáticos, pueden ser fabricados por farmacéuticos especializados o bien en laboratorios farmacéuticos, y se presentan al público en múltiples formatos:
- Pequeños glóbulos o gránulos de sacarosa, o de una combinación de sacarosa y lactosa, impregnados con el medicamento homeopático.
- Gotas con diversos contenidos de alcohol o sin alcohol.
- Sobres de lactosa, impregnados con el medicamento homeopático.
- Tabletas de lactosa, impregnadas con el medicamento homeopático.
- Cremas o pomadas.
- Lociones.
- Óvulos.
- Colirios.
¿En qué consiste un tratamiento homeopático?
Para decidir el tratamiento más adecuados para cada paciente, el homeópata utiliza un diagnóstico clínico que complementa con los aspectos biológicos del paciente (constitución física y medio en el que se desenvuelve) y sus conflictos internos o emociones traumáticas.
La respuesta a los tratamientos homeopáticos necesita tiempo para manifestarse. Este tiempo variará dependiendo de la gravedad de la patología, el tiempo de desarrollo de la enfermedad y la capacidad del organismo de cada individuo para reaccionar al tratamiento homeopático. La respuesta suele ser gradual y con altibajos.
Los tratamientos homeopáticos no eliminan una patología, estimulan la reacción curativa del enfermo, recurriendo a su capacidad de autocuración e incentivando dicha curación con la ayuda de tratamientos homeopáticos.
Muchas veces, se vincula erróneamente la homeopatía con otras medicinas alternativas, como la Fitoterapia, con las que, en sentido estricto, no tiene relación.
Los tratamientos homeopáticos y convencionales son perfectamente compatibles, y puede resultar ventajoso combinarlos. De hecho, los médicos homeópatas también tratan a sus pacientes con medicamentos convencionales, cuando lo consideran necesario, bien cuando el tratamiento homeopático resulta insuficiente o bien cuando el paciente ya está recibiendo un tratamiento convencional al llegar a su consulta.