A muchos puede resultarnos engorroso e incómodo usar protección solar por numerosos motivos: hay que comprarla, cargar con ella, es pegajosa, tiene un olor particular y hay que reaplicarla cada dos horas.
Pero la protección solar en adultos es esencial, tanto para prevenir enfermedades como para gozar de una piel sana y bonita.
Tipos de protectores solares para adultos
El factor principal a tener en cuenta, a la hora de escoger un protector solar, es nuestro grado de tolerancia a las radiaciones ultravioletas (UVA y UVB).
Un factor de protección solar (SPF) indica la relación existente entre el tiempo que tardamos en quemarnos cuando usamos protección solar y cuando no la usamos.
Por ejemplo, un factor de protección solar 15 quiere decir que nuestra piel reaccionará, tras quince minutos al sol, igual que si hubiéramos estado un minuto sin protección solar.
Según nuestra tolerancia a las radiaciones solares, los diferentes tipos de piel se clasifican por fototipos:
Fototipo 1: piel muy clara y sensible, que nunca se broncea y se quema con facilidad. La recomendación es un factor de protección solar extremo, FP 60.
Fototipo 2: piel clara, que se quema con facilidad, pero se broncea ligeramente. La recomendación es un factor de protección solar por encima de 30.
Fototipo 3 y 4: piel mediterránea, que se quema ocasionalmente y se broncea con facilidad y gradualmente. La recomendación es un factor de protección solar por encima de 15.
Fototipo 5: piel morena, que raramente se quema y adquiere un bronceado muy intenso. La recomendación es un factor de protección solar por encima de 6.
Fototipo 6: piel negra, que nunca se quema ni se oscurece al sol. La recomendación es un factor de protección solar entre 2 y 6.
Un protector solar de alto espectro (broad-spectrum), que haya demostrado proteger contra rayos UVA+UVB y contener un factor de protección solar mayor de 15, puede llevar una etiqueta afirmando que ayuda a proteger contra el cáncer de piel y el fotoenvejecimiento cutáneo prematuro.
Pero no existe ningún protector solar que ofrezca protección total. De hecho, los protectores solares con un FPS menor de 15 deberían indicar en su etiqueta que sólo ayudan a prevenir quemaduras solares.
Colocarnos a la sombra es siempre la mejor opción, pues nos permite absorber radiaciones solares, sin exponernos a los peligros de una radiación directa.
Consejos para una exposición solar responsable
Algunos aspectos importantes a tener en cuenta, antes de una exposición prolongada a las radiaciones solares, son:
- Usar un protector solar extremo no significa que podamos tomar el sol más tiempo sin reaplicarlo. El protector solar debe aplicarse, al menos, cada dos horas; sea del factor que sea.
- Si sudamos, o nos metemos en el agua con el protector solar puesto, éste pierde su eficacia y necesitaremos aplicarlo más veces.
- Los protectores solares tienen una caducidad aproximada de dos a tres años. Hay que agitarlos siempre, para mezclar sus ingredientes, y evitar guardarlos en lugares expuestos a altas temperaturas.
- Según si nuestra piel es grasa, mixta, seca o sufrimos algún tipo de alergia cutánea o enfermedad de la piel necesitaremos un protector específico, ya sea en crema, gel, loción o espray. Consulta con el farmacéutico la mejor alternativa para tu tipo de piel.
- Usemos productos hidratantes o aftersun, para ayudar a nuestra piel a regenerarse tras largos períodos de exposición directa a las radiaciones solares.
- Si vamos a usar repelente de insectos, primero se aplica el protector solar y después el repelente.
- En la montaña, al encontrarnos a mayor altitud, necesitaremos una protección solar mayor y reaplicarlo con mayor asiduidad.
- Tomemos conciencia de la necesidad de enseñar a niños y adolescentes los comportamientos de protección solar necesarios para protegerse contra posibles enfermedades.
Con diez o veinte minutos al día en verano, y hora y media en invierno, será suficiente para sintetizar la vitamina D que necesita nuestro organismo y adquirir la cantidad de radiación solar beneficiosa para nuestra salud.
Exposiciones superiores, y sin métodos de protección solar adecuados, pueden acarrearnos consecuencias nefastas, induciendo al organismo a crear radicales libres que alterarán el correcto funcionamiento de la melanina y favorecerán su degradación.